Queda lejano ya, parece mentira, aquel mes de abril de 2021 en el que un grupo de personas, inquietas, comprometidas y sobre todo generosas, se unía para dar forma a La Opinión de Cuenca. Más de dos años, en los que, cada domingo, a excepción del mes de agosto, Navidad y Semana Santa, este digital ha acudido fielmente a la cita con sus lectores. El afán no ha sido otro que el de aportar diferentes perspectivas de la actualidad, al tiempo que artículos históricos, culturales o imágenes de rincones singulares de nuestra amplia provincia.
Llega el mes de julio y, este año, adelantamos el descanso estival. Los acontecimientos han propiciado que la actualización de contenidos se posponga hasta pasados los rigores estivales. Eso, si, ya lo adelantamos, volveremos fuertes, renovados y con cambios enfocados siempre a intensificar y mejorar contenidos y, también, la difusión de los mismos.
En este trayecto de más de dos años, este impasse es el momento adecuado para comentarlo, ha habido momentos por llamarlo de alguna manera, incomprensibles. Por ejemplo, cuando determinados políticos, que ahora renuevan en sus cargos, han arremetido contra este digital y algunos de sus colaboradores en formas y lugares que han dejado bastante que desear, evidenciando una falta de talante democrático y de respeto más propios de dictaduras chavistas que de un país democrático. También se ha cruzado en nuestro camino un matoncillo amenazante y al que dos jueces, con sendas condenas, han parado los pies. Al menos cuando se le pase por la cabeza volver atropellar a alguien con estas malas artes, esperemos, se lo pensará dos veces.
Descansamos unas semanas. En un verano atípico en el que los españoles tendremos que interrumpir el más que merecido descanso y, quien no, el ritmo propio de estas fechas para votar en unas elecciones generales que, se presumen, serán el último coletazo de cinco años de uso torticero y apropiación institucional que han dado cabida y manga ancha a un socialismo extremo en connivencia con la ultraizquierda, los separatistas y los batasunos.
En fin, nos tomamos un respiro. Esperemos que a la vuelta podamos contar historias mejores y diferentes a las que han caracterizado estos dos años. Por el bien de todos.