Supongo que a esta fecha será cansino hablar de lo que todos conocemos como la “guerra del chuletón”, en referencia a las manifestaciones del Ministro de Consumo criticando la calidad de la carne española por, en su opinión, “maltrato” en las que denomina “macrogranjas”. La carne española es una de las carnes con los mayores controles de calidad del mundo y con estrictos controles de bienestar animal. Vamos a seguir comiendo carne lo diga este señor o todos los que tiene detrás. Sin embargo, en el fondo de esta polémica, se esconden razones de calado para pensar que hay un trasfondo mucho mayor que el protagonizado por el Ministro. Y en ese trasfondo, en mi opinión, está el pacto de la Cumbre mundial del Clima por el cual más de 100 países, entre los que se encuentra España (U.E.), han acordado reducir las emisiones de gas Metano, CH4, a la atmósfera en un 30%. Un acuerdo “no vinculante” ante la galería, pero de segura aplicación que implica reducir los niveles de emisión de este gas a la atmósfera.
Según los expertos, las emisiones de metano proceden en un 30% de los humedales y procesos naturales de difícil evitación. Por otro lado están las emisiones relacionadas con la obtención del petróleo y gas. Europa no es sobresaliente en pozos de producción de petróleo y gas a la vista de los precios que pagamos por los combustibles y energía eléctrica que está relacionada entre otros con el precio del gas. Hasta aquí sería lógica la falta de maniobrabilidad de los países de la UE en cuanto a poder reducir esos compromisos del 30%.
Sin embargo nos queda sumar a lo anterior otra fuente, según EDGAR (Emissions database for Global Atmospheric Research) con un 28´9 de emisiones que sería la procedente de los gases provocados por los rumiantes en su digestión, así como un 3,28 del manejo del estiércol. Esta es supuestamente la única fuente de calado manejable en los países de la UE capaz de hacer cumplir esos compromisos afectando de lleno a la ganadería. ¿Puede ser esta medida, de resultados muy discutibles, un error que afecta de lleno al sector y que corregirán ante la revuelta montada por Garzón en las próximas semanas? Pues lamentablemente no.
Hubo una voluntad consciente de aprobar lo que se votaba y un perfecto conocimiento de a qué sectores perjudicaba. Y para fundamentar más mi opinión, según informó la agencia SINC, en una línea transparente y sincera, digamos “Garzonesca”, se pronunció el Presidente de la delegación de determinada ONG para la COP21. A través del mismo, dicha organización ecologista dijo “que todos los caminos terminan apuntando la necesidad de eliminar los combustibles fósiles de nuestro sistema energético, y de “eliminar la carne industrial y los lácteos de nuestras dietas tan pronto como sea posible”, lamentando que los firmantes no hicieran referencia expresa (al fondo de lo que se estaba acordando) en “la reducción de la carne, o las promesas de cambiar la dieta de las personas en este compromiso”.
¿Qué promesas son esas y a qué compromisos se refieren? ¿Por qué una ONG ecologista se refiere a la carne y lácteos en una cumbre del clima? Pues aquí debiera responder a estas preguntas la parte sanchista del Gobierno de Transición Ecológica por mucho que se empeñen en esquivar el golpe y encargar a Planas la indefendible defensa.
La Ministra Ribera, aquella que dijo que “el diesel tenía los días contados” y responsable de los asuntos del precio de la electricidad, fue una de las “cinco negociadoras más influyentes” en la cumbre del clima pasada. Así fue calificada por la BBC de quien dijo era “constructora de puentes”; “artífice de la transición del carbón en España”, así como la persona “adecuada en la Unión Europea para construir coaliciones en asuntos climáticos”. Ella, a la vista de esta responsabilidad ostentada sería la idónea para dar respuesta pero ya aseguro que no la dará.
He de recordar que ambos protagonizamos una dura interpelación mano a mano durante casi media hora en el pleno del Senado en diciembre de 2018. En aquella ocasión mis reproches hacia ella fueron sus manifestaciones radiofónicas contra la caza y los toros de los cuales había dicho que prohibiría. Pero también cargué duramente contra sus palabras en referencia a la carne de la que dijo que ”una reducción de la ingesta de proteínas animales tiene enormes beneficios ambientales” poniendo encima de la mesa a continuación las condiciones en las que los animales eran criados, sacrificados, y si esos estándares se podían mejorar. Mismo fondo que Garzón pero con sutileza y cuidados debidos. Añadamos a ello su “autorictas” en la cumbre donde se han confirmado a la larga estas tendencias y consecución de sus deseos pasados. En definitiva, Garzón justificó en público lo que otros conocen o diseñan en privado ya que el objetivo para ellos no son las macro ni las micho, el problema es la carne en sí.
España es el segundo país de la unión en cuanto a cabezas de porcino, ovino y el sexto en bobino, con lo que sería uno de los mayores afectados en la aplicación de estas medidas, a las que se sumaría el problema de los precios en origen y la baja rentabilidad de las explotaciones. Si el apoyo al medio rural es tan rotundo como ahora dicen cada día, se debería haber materializado en una PAC diferente que sumara más recursos económicos que la anterior apostando de verdad por el medio, sus habitantes y sus productos; sin perjuicio de retirar estas medidas sobre el CH4 nada beneficiosas para este sector. Pero nada bueno ni nuevo bajo el sol. Bueno si, la tijera más afilada, y un extraño tufo económico llamado sintético, que llega del mismo lugar que llegaron estas propuestas a la Cumbre, pero nada tienen que ver con todo esto, ¿verdad?
Juan Carlos Álvarez Cabrero, Ex Secretario 1º de la Comisión de Agricultura, Ganadería y Pesca del Senado.