La Opinión de Cuenca

Magazine semanal de análisis y opinión

Cuenca 2050


El pasado domingo, Iván Redondo publicó un artículo en El País titulado “España 2050”, una suerte de fábula presuntuosa en la que el titiritero de Moncloa se atreve a vislumbrar el horizonte a largo plazo de nuestro país con la intención de saltarse los retos, problemas y amenazas del presente como un Mike Powell en vuelo espacio-temporal. Redondo debió pensar que era buena idea desviar la atención de un presente vertiginoso que, maldita sea, se había enfocado en la transferencia de competencias de prisiones al País Vasco, en la subida de impuestos exigida para acceder a los fondos europeos de recuperación y en la crisis diplomática, con problema migratorio derivado, en Ceuta. Pedro Sánchez, de hecho, el mismo lunes en que se rubricó la cesión de prisiones, compareció para afirmar que faltaban cien días para alcanzar la inmunidad de rebaño, pero ni ese halo de esperanza ablanda una realidad áspera.

Redondo insiste en que no se trata de jugar a adivinar el futuro sino de combinar modelos matemáticos orientados a entender mejor el horizonte para “articular los diálogos sociales necesarios para construirlo”. Afirma que “España 2050 es una visión, un ejercicio, una reflexión, un horizonte, un compromiso, un territorio y un espacio de diálogo para medir, analizar y actuar”. A mí, que soy pudoroso, me da vergüenza ajena. No van a dejar ni un concepto ni un adjetivo sin manosear.

Sánchez, que se ha caracterizado durante estos años por priorizar la narración del relato y huir del timón del barco, presume ahora de estrategia a largo plazo. Valorará, es de suponer, la relación futura de la nación con las potencias mundiales, esbozará un enfoque para los urgentes retos territorial y demográfico, trazará una perspectiva económica. Nos atrevemos a ser adivinos: serán visiones optimistas y edulcoradas. Inevitable recordar esa frase de Primera Plana de Billy Wilder: no permitas que la realidad te estropee una buena noticia.

Calla Sánchez que ha generado un déficit público de alrededor de 160 mil millones de euros en dos años: eso sí implica pérdida de soberanía y consecuencias de cara a 2050. Silencia que las pensiones requieren una reforma y no piensa afrontarla: ahora una de cada cinco personas es mayor de 65 años, se estima que en 2050 sean una de cada tres. Olvida recordar que las tasas de natalidad y fecundidad se encuentran en mínimos históricos, con su incidencia en un relevo generacional sostenible. Omite Sánchez que las tensiones geopolíticas anticipan la decadencia de Europa y que las fuerzas nacionalistas internas siguen pescando en ríos revueltos.

Solo tranquiliza saber que no hay profecías para Cuenca. Los modelos estadísticos del INE proyectan un descenso de población de la provincia de Cuenca de cara al 2035 del 6,7%, lo que implica llegar a esa fecha intermedia con 184.900 habitantes. Extrapolando, habría 172.500 conquenses en 2050. Más allá de este cálculo poblacional, la incertidumbre y la especulación.

Podemos, así, jugar a ser expertos de la Oficina Nacional de Prospectiva y Estrategia, para qué ajustarnos a realidades plausibles.

Gracias a la implantación de la tecnología 7G en el 100% del territorio, la exención del IRPF para las provincias identificadas como despobladas por la UE, la deducción del 25% en el precio de la vivienda y la optimización del servicio aéreo de transporte público, los pueblos conquenses disfrutan de un nuevo renacer. El Plan Nacional de Vivienda Rural promovido por el Gobierno permite sanear los núcleos urbanos mediante la demolición de viviendas en ruina y la edificación de renovada vivienda social, integrada y a bajo coste. La creciente implantación de parques fotovoltaicos y eólicos conduce al incremento de recursos económicos municipales, que revierten en la mejora de servicios e infraestructuras y consiguen reflotar la población de muchos pueblos de la provincia. Como complemento, el Gobierno y la Junta, dentro de la Estrategia Nacional de Cohesión Territorial, aportan una indemnización compensatoria para el resto de municipios y favorecen un desarrollo integral del territorio. Además, la construcción de las autovías a Teruel y a Albacete permiten una pujanza inédita para la Manchuela y la Serranía. Apenas quedan ya pueblos de menos de cien habitantes gracias al aumento de la natalidad y la tendencia de habitar entornos verdes y sostenibles. Cuenca, para mayor provecho, se beneficia de recibir considerables compensaciones económicas europeas por su aportación verde contra el cambio climático y por su superávit en agua. Por ley, y para garantizar la reversión de la despoblación, se establece la obligatoriedad de mantener abierto un bar y un colegio por municipio, así como inversiones millonarias para evitar el deterioro de cualquier infraestructura con relevancia histórica y artística. En su compromiso con el mundo rural, el Gobierno construye un centro tecnológico en cada comarca para dar cabida a la creciente demanda de iniciativas innovadoras, lo que se refleja en el incremento del salario medio y la competitividad científica conquense.

Algo así jurarán Sánchez y Redondo que será Cuenca 2050. Nadie les pedirá explicaciones ni les exigirá responsabilidades dentro de treinta años.

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