La Opinión de Cuenca

Magazine semanal de análisis y opinión

De derechas sin complejos


Vivimos en una democracia cuya forma política es la monarquía parlamentaria. En nuestro país todas las ideologías son posibles siempre desde el respeto a nuestro sistema y bajo las normas que el mismo tiene establecidas.

Pero desde la aprobación de La Constitución de 1978 y tras unos años de cierto consenso entre los diferentes partidos políticos en lo fundamental para darnos el actual régimen de libertades han surgido muchas y variadas situaciones que han llegado a marcar diferencias sustanciales. 

En la izquierda, a  pesar de haber un bloque consolidado en torno a la moderación, siempre hubo más a su izquierda opciones más extremas cuyo éxito fue limitado.

La derecha en cambio mantuvo casi siempre un bloque más o menos homogéneo que incluía las diferentes sensibilidades. 

En los que muchos denominan territorios históricos, sin demasiada justificación pues historia tiene toda la península ibérica, se encuentran los partidos nacionalistas que con tendencia independentista tienen una predominancia acentuada por las cesiones que en aquellos años de la transición se les otorgaron en aras al consenso. También entre estos nacionalismos hay diferencias entre izquierda y derecha, pero menos marcada que en el ámbito nacional pues comparten con más fuerza otras aspiraciones territoriales que les unen más que en el resto del territorio nacional. Es decir, que la riqueza o la mayor disponibilidad de recursos están por encima de la ideología.

Y esta realidad nacionalista que pone por delante lo material forma parte de la condición humana. Quizás por aquello de que “los males con pan son menos”.

Quizás los movimientos de los últimos años que han dado lugar a más opciones políticas tanto en la izquierda como en la derecha sean como consecuencia de las ansias de poder y riqueza del ser humano. Cualquiera que  viviera las décadas de los setenta, ochenta y noventa, recordará situaciones de mayor precariedad y dificultades que en el momento actual. El trabajo y sacrificio para salir adelante era mucho mayor, y en cambio el grado de reivindicación, crispación e inconformismo no era ni de lejos el actual.

Y la derecha, y con ello me refiero a posiciones más conservadoras vinculadas al mundo de la empresa o del trabajo autónomo sobre todo, parece que tiene mayores dificultades para manifestar su modo de pensar. Creo que subordinan todo a la viabilidad de su negocio que en definitiva les da de comer.

Y es esa derecha económica la que suele criticar a la derecha política, que en teoría les representa, por tener posiciones poco valientes y extremas en defensa de sus intereses.

La ciudadanía tiene que buscar en los políticos que les representan los valores que realmente se necesitan, que son los de gestionar adecuadamente los recursos que todos aportamos atendiendo  las necesidades sociales y logrando un futuro próspero para nuestros hijos. Esto lo ha hecho la derecha en nuestro país cada vez que ha gobernado, como es lógico siempre con aciertos y errores, pero la gestión ahí está y es incuestionable.

Esa es la diferencia fundamental que da lugar a los comentarios de la gente como cuando dicen que les falta comunicación. Y quizás así sea, pero la comunicación por parte de la izquierda es excesiva, tanto que los recursos dedicados a ello son vergonzosos cuando son precisos en otros aspectos sociales y de desarrollo.

No se trata de lograr el poder por el poder, debe ser una herramienta de gestión. Y debe reconocerse que cuando la izquierda gasta más de lo necesario en comunicación, no es realmente por informar, sino muchas veces por desinformar y manipular asegurándose la continuidad en los cargos.

O incluso el cheque de 400 o 500 € que se está entregando a los jóvenes solo por cumplir la edad para poder votar por parte del señor Sánchez, o también de alcaldes de pequeños pueblos como el mío que complementa con otros 100 € más por el mismo motivo para que lógicamente se lo agradezcan a ellos cuando ejerzan en las urnas por primera vez.

La izquierda suele llegar al poder por el poder en términos generales, en cambio la derecha salvo vergonzosas excepciones que lo han hecho también en beneficio propio, suele ser mejor gestora. Y la derecha económica, sobre todo autónomos y pequeños negocios, deben dar más confianza a quienes desde la derecha política gestionan los recursos adecuadamente. 

Lo ideológico llevado al extremo suele ser contraproducente en cualquier sociedad. Y ello lleva a derrochar dinero incluso en adoctrinar y manipular a la gente mientras ellos continúan su asentamiento en el poder. Hoy con el actual gobierno y con ingentes cantidades de dinero procedente de deuda se compra a los ciudadanos dando subsidios innecesarios, aumentando la plantilla de trabajadores públicos sin límite, comprando voluntades de sindicatos de todo tipo y ello con el único objetivo de tener asegurada la renovación del poder en este año electoral.

Esto está pasando con el gobierno nacional, pero de igual modo en los autonómicos y locales. En mi pueblo así sucede por desgracia, lo principal es la foto y todo aquello conducente al objetivo del político gobernante. Cuando lo que debía ser es trabajar por y para el ciudadano desde el primer día hasta el último.

Simplemente pido una reflexión a quienes tengan interiormente un modo de pensar conservador o de derechas para que sepan discernir entre los hechos y la propaganda (que es lo que hace la izquierda).

 

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