La Opinión de Cuenca

Magazine semanal de análisis y opinión

¿Dónde estaban sus señorías de la izquierda?


Dentro del programa de su visita a España, las Cortes recibieron en su sede del Senado, el pasado martes, al jeque Tamín Bin Hamad  Al Thani,  Emir de Catar. Según el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo, Catar posee en el subsuelo comprendido en los límites del territorio sobre el que ejerce su soberanía territorial,  una cantidad de gas natural nada desdeñable que supone que sea el tercer país del mundo en reservas hasta hoy estimadas y reconocidas en el ámbito mundial: más de 25 billones de metros cúbicos. Por ello, la visita de Al Tani se encuadra entre los intereses estratégicos de España de sellar una alianza con este país en la que sea la protagonista la energía; en especial el suministro de gas licuado entre otras prioridades de inversión de las que se ha hablado estos días con un montante que podía superar los 4.000 millones de euros en diferentes sectores estratégicos españoles. Bienvenido sea.

Catar se plantea ser en los próximos años el mayor exportador mundial de gas natural dada su posición privilegiada sobre la, quizás, mayor concentración de gas natural del mundo en su territorio. España trabaja en el posible aumento del suministro de gas licuado vía marítima (como no se produce en territorio nacional la ley de cambio climático no contempla el impacto de la huella de carbono aunque se emita al mismo cielo que aquí) procedente de este emirato para garantizar el consumo de esta energía en nuestro país. Todos conocemos los nubarrones que se han generado con nuestro principal suministrador vía gaseoducto tras la declaración unilateral del Gobierno (de posible origen unipersonal y oscuros motivos) sobre la política del Sahara occidental; así como las consecuencias que puede traer para el suministro de energía europeo la invasión de Ucrania por parte de la Federación Rusa. Una estrategia aceptable por parte del Gobierno en este relato que entra dentro de lo normal para un país que depende de la energía que producen otros, y que, curiosamente, cuida sus emisiones a costa de que otros por él. Curiosa política de cambio climático.

Lo que no es aceptable ni razonable es que la Ley de Cambio Climático, que yo criticaba hace meses desde este y otros medios, siga aún en pie, y nadie pida su derogación inmediata. Una norma jurídica que cumplirá un año el próximo jueves 26 y que, dentro de su articulado, más concretamente en el artículo 9, dice que “no se otorgarán nuevas explotaciones, permisos de investigación o concesiones para la extracción de hidrocarburos en el territorio nacional”. Tampoco se otorgarán permisos vía fracturación hidráulica de alto volumen (Fracking)  para extraer gas o petróleo del subsuelo. Por supuesto, en esta línea,  impone a las concesiones hoy existentes y al final de las mismas, que no del yacimiento, “la reconversión de sus instalaciones para otros usos distintos”. El artículo 10 prohíbe los permisos para explotaciones o investigaciones mineras de minerales radiactivos, así como nuevas instalaciones radiactivas para el procesamiento de los anteriores. El artículo 29 nos habla de lo propio sobre el cierre de la minería del carbón y sus instalaciones de generación las cuales vemos volar y destruir como si no hubiera un mañana. La disposición adicional primera nos habla de la desinversión para los productos energéticos de origen fósil en dos años. No es mi objetivo aquí hablar de esta infame Ley en profundidad (que todos hemos de acatar) pues ya comentaremos sus incumplimientos otro día, pero sí de la radical hipocresía en sus objetivos. 

Prohibimos extraer recursos naturales energéticos en nuestro país, pero se los compramos al vecino como si ellos los extrajeran de otro planeta donde no compartiéramos políticas de reducción de emisiones. Pretendemos ser los primeros en conseguir cero emisiones, pero lo  hacemos a través de multiplicar por dos las emisiones de otros que han de satisfacer nuestras necesidades de energía, para que emitan a su cargo lo que nosotros reducimos, mientras nos colgamos en la solapa la rueda de colorines de la incongruente agenda 20-30. Que buenos somos trampeando la realidad. Fomentamos con este texto un paquete de incongruencias difícil de sostener en su justificación. Dijéramos que a la larga provocamos un monopolio energético “impropio” basado en el suministro exterior. Y esta falta de competidores en la generación o producción nacional se paga lógicamente en euros por los ciudadanos. 

Pero siendo muy malo que los precios de los combustibles estén en el umbral del disparate, peor es carecer de ellos. Por eso la imagen de España ha de ser representada como se merece cada vez que nos visita un mandatario extranjero, sea quien sea. Y mucho más si viene a hablar de energía. Por ello mismo voy a acabar por donde empecé. 

Cuando Al Thani  entró para recibir el calor de los representantes de los ciudadanos en el viejo e histórico salón de Plenos de la Cámara alta, se encontró con una sala vacía en su bancada izquierda vista desde la tribuna. Sin embargo, frente a esta bancada, sí se encontraba con la presencia de sus Señorías la bancada derecha, que se ocupa por los parlamentarios de los partidos de derecha que se presentan como tal a las elecciones. Tan lamentable fue la imagen que las cadenas de tv, que reprodujeron las imágenes del canal del parlamento en las noticias de medio día, eliminaron aquellas en los informativos televisados de la noche, para usar solo las que enfocaban la bancada de la derecha. Y de esto no se ha dicho ni “mu”.

Triste fue ver el vacio monumental de la bancada de los partidos de izquierda. Ausencia espantosa de los Diputados o Senadores Socialistas y  Podemitas, miembros del Gobierno. Y por supuesto de los parlamentarios de esos otros partidos satélite independentistas, regionalistas y otros tantos, que al día siguiente criticaban abiertamente la visita y recibimiento al mandatario. Mal está que no acudan los partidos no gubernamentales, pero los partidos de la coalición no tienen justificación alguna. Presenten moción de confianza si no les gusta como gobierna este ejecutivo, pero atiendan sus básicas obligaciones como estar allí.

Todos estaban convocados personalmente y su misión en el lugar, en su lugar salvo personales y puntuales justificaciones, era ser la imagen del mandato representativo del pueblo (en este caso necesitado de energía a mejor coste) al que representan  independientemente de su opción o color político. España no se merece a esos representantes que no justificaron su ausencia. Desconozco si la culpa fue de los responsables de los grupos parlamentarios o de la poca o nula priorización en el texto del mensaje de convocatoria, pero ante la presencia de un Jefe de Estado no hay duda alguna. Los Parlamentarios carecen de mandato imperativo y gozan de constitucional independencia respecto del ejecutivo, entre otros. Conociendo por mi parte lo que hay en ese sentido;  el caos y la imagen de fracturación, descontrol, y falta de coordinación entre sus propias filas que está dando el principal partido del Gobierno, promotor de esta visita, deja mucho, pero mucho que desear.

 

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