La Opinión de Cuenca

Magazine semanal de análisis y opinión

En Portugal el ferrocarril convencional existe, ¿y en Cuenca?


Hace unos días llegaban a mi conocimiento algunas de las propuestas que se habían tomado en consideración en la Asamblea General que la CEOE CEPYME de Cuenca. Precisamente, como defensor a ultranza del ferrocarril convencional bien gestionado y eficiente, es el tema ferroviario quien atrajo mi interés dentro de los asuntos tratados en la citada conferencia. Y es que según el presidente provincial en Cuenca de la citada organización de relevancia constitucional, el trazado convencional ferroviario de la provincia se debe sustituir por servicios por carretera a la demanda; por más trenes Avant en la línea de alta velocidad; sustituir su trazado por vía verde; construir en los apeaderos nuevos recursos turístico; o dejarse de parches con más proyectos ambiciosos.

No le voy a quitar la razón a este señor con aquello de “dejar de poner parches en lo que respecta al sector ferroviario tradicional”. En todo lo demás, estoy radicalmente en contra. Sí, radicalmente en contra.

España quizás sea uno de los países de Europa con más caminos públicos en su extensa piel de toro. De ello la trashumancia (aquella que sustituía a los actuales medios de extinción de los incendios) fue de los mayores responsables de la apertura de algunos de esos caminos. Sería muy difícil ir de Tarifa en a Gijón y no poder hacerlo por cualquier camino natural. Por ello quizás nos ha faltado reflexión y análisis antes de admitir que nuestros trazados ferroviarios se cierren para construir en ellos caminos, cosa que nos sobraba en este país.

Pero con el cierre de esos trazados también parecía sobrar población ya que nuestro medio rural cada día está más vacío. Y me gustaría que los artífices de estas ideas de liquidar el ferrocarril convencional me explicaran, en plena locura para cambiar nuestros vehículos de combustión interna por motores eléctricos, qué alternativa le podemos dar al paisano para que viva en el medio rural si el transporte más económico que es el ferroviario convencional le enviamos también a la chatarra.

Tampoco entiendo esa manifestación de “cambiar el tren incómodo” cuando nuestros vecinos portugueses están comprando gran parte del material ferroviario afecto a estas líneas que en España se desecha. Ellos lo reciclan y transforman en lujosos trenes para su población. Pero es que hemos de saber que Portugal ha reformado los viejos trazados ferroviarios quitando curvas; rebajando pendientes; Reforzando el firme; y dando en definitiva un servicio del siglo XXI con disponibilidad a la mano para el medio rural.

En España irrumpió con fuerza la alta velocidad; luego la modernización de los servicios de cercanías; y poco o nada la reforma de las líneas convencionales, a excepción de la traviesa que en su mayor parte es de hormigón (aún hay tramos de madera). Estos trazados son los mismos que en el siglo XIX; los tiempos de transporte son cada año “extrañamente” mayores y luego se quejan los gestores de que los ciudadanos no subimos al tren.

El ferrocarril convencional ha de ser uno de los principales elementos para mitigar la despoblación que sufre nuestro país, sin perjuicio de sus beneficios para mitigar el calentamiento global. Un ferrocarril convencional del siglo XXI, y no del siglo XIX como la actual empresa ferroviaria nos ha acostumbrado desde el año 80. Se han cerrado infinidad de líneas y recorridos; pueblos que han sumido a ese cierre en una poderosa despoblación y con una incidencia brutal sobre la economía de aquellas comarcas. Y no digamos de la estrepitosa e inexplicable caída del tráfico de mercancías; y no será esto último por falta de demanda ni por aportación positiva del ferrocarril a evitar el calentamiento global. Por eso me sorprende que la patronal no vea o desconozca este fatal resultado y las inmensas posibilidades que el tren bien gestionado con criterios modernos, óptimos y de eficiencia tiene para el desarrollo.

Por todo ello la línea ferroviaria Cuenca-Utiel, Valencia debe ser inmediatamente abierta pero con criterios del siglo XXI: trenes a la demanda, o mejor dicho paradas a la demanda donde el viajero dentro del tren introduzca su checkin y el tren identifique que llega una parada a utilizar. Tren a la demanda porque no tiene por qué parar en todas las estaciones si no hay viajeros. ¡!Será por tecnología! Eliminación de curvas innecesarias, cerramientos perimetrales, y otras mejoras susceptibles de que la velocidad de los trenes convencionales sea del siglo XXI y no la actual de los tiempos del vapor. Igual camino debe llevar la línea cuenca Aranjuez o mejor dicho Cuenca Madrid porque el actual transbordo es disuasivo e inaceptable. Abogo por la vía ferroviaria convencional porque puede y debe ayudar a la repoblación de nuestro medio rural no solo en Cuenca sino en aquellos lugares donde otras líneas se están desmantelando. Yo me pregunto por qué son loables de proteger fachadas y edificios del siglo XX, y permitimos destruir de forma “talibanesca” instalaciones ferroviarias construidas en siglo XIX que forman ya parte de nuestro patrimonio industrial. Nuestro pasado más próspero industrial tiene como protagonista más importante la máquina de vapor, y su mejor exponente es el ferrocarril. Esta deriva debe parar de una vez; alguien tiene que poner freno a tanta ignominia. Nadie entiende que el medio menos contaminante, aunque sea de tracción diésel, se destruya a la vez que nos quieren meter la batería, el enchufe y el coche eléctrico con calzador. Si con la que tenemos montada con el cambio climático, los mismos que quieren transformar la sociedad en eléctrica se cargan el Ferrocarril convencional, o no destinan ni un chavo al protagonista de la fijación de carbono de la atmósfera: los bosques, permítame en que les diga que, aquí, hay gato encerrado.

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