La Opinión de Cuenca

Magazine semanal de análisis y opinión

Evolucionismo (I)


“Nosotros, igual que todos los animales, somos máquinas creadas por nuestros genes “
                                                                                              Richard Dawkins.

Se entiende por evolución la sucesión perfectiva de las especies, su desarrollo de menos a más complejidad biológica. Desde Darwin (1809 – 1882), la teoría evolucionista representa el más persistente intento de explicación de dicho proceso. Lo mismo que Newton revolucionó la física con sus “Principia Mathematica”, Darwin revolucionó el estudio de los seres vivos con “El Origen de las Especies”. Sin embargo, en sus páginas encontramos ideas contrarias a las que  la opinión pública suele atribuir al autor. Por ejemplo: “La vida con sus diferentes facultades, fue originariamente alentada por el Creador en unas cuantas formas o en una sola, y mientras este planeta ha ido girando sometido a la ley de gravitación, se han desarrollado y se siguen desarrollando, a partir de un comienzo tan sencillo, infinidad de formas cada vez más bellas y maravillosas.”

Darwin también se refiere a “leyes impresas por el Creador en la materia” que hacen posible la evolución. Poco después de su muerte, evolucionistas radicales tergiversaron sus ideas hasta convertirlas en la gran alternativa atea al relato bíblico del Génesis. Cuando en el año 1959 se celebró en Chicago el centenario de El origen de las especies, el orador Julián Huxley resumió la esencia del evolucionismo convertido en ideología: “La Tierra no fue creada: evolucionó. Y lo mismo hicieron los animales y las plantas, al igual que el cuerpo humano, la mente, el alma y el cerebro.”

Como un nuevo giro copernicano, la exclusión de la causalidad de Dios sobre el mundo tiene una gran importancia cultural. Ese empeño ideológico ha exigido la adhesión de miles de investigadores, además de divulgadores profesionales:Profesores , maestros, autores de libros de texto, guionistas de programas televisivos, diseñadores de museos…

Todo este esfuerzo ha hecho del darwinismo una clave imprescindible de interpretación del ser humano, de la sociedad y de la historia como resume Juan Luis Arsuaga: “El descubrimiento más asombroso de la humanidad es la evolución, y sin esa revelación no se puede entender nada del ser humano”.

Richard Dawkins, uno de los evolucionistas mas mediático, repite la tesis anticreacionista de Julian Huxley. Darwin, por el contrario, les respondería que el Creador no sustituye a las causas naturales estudiadas por la Biología, ni se opone a ellas. Si el universo es un conjunto de seres que no tienen en sí mismos su razón de ser, necesariamente ha tenido que ser creado. Crear no es transformar algo, sino producir radicalmente ese algo. La evolución se ocupa del cambio de ciertos seres que previamente existen.

C. S. Lewis afirmaba, con fina ironía que“todo el universo puede explicarse por un conjunto de leyes, salvo esas mismas leyes y salvo el mismo universo, lo cual constituye una notable excepción.”

Chesterton sostenía que, si negamos la creación, el universo se convierte en una gigantesca inundación que brota de ningún sitio.

Darwin entendió muy bien que la creación y la evolución no pueden entrar en conflicto, porque se mueven en dos planos y en dos cronologías diferentes. Su  pretendida incompatibilidad es un falso problema. El evolucionista Francico J. Ayala lo explica admirablemente: “Que una persona sea una criatura divina no es incompatible con el hecho de haber sido concebida en el seno de su madre y mantenerse y crecer por medio de alimentos. La evolución también puede ser considerada como un proceso natural a través del cual Dios trae a las especies vivientes a la existencia de acuerdo con su plan".

(Continuará...)

 

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