Hasta donde mi memoria alcanza se ha menospreciado a los pueblos, su modo de vida y hasta a sus habitantes. Esta es una realidad que se ha visto reflejada en las típicas bromas que la sociedad rural, de vez en cuando, verbaliza en determinadas circunstancias y situaciones.
Es típico y muy conocido el dicho “no importa pues lo quiero para el campo” como respuesta de una madre recién parida a la manifestación de la comadrona cuando le dice que ha tenido un niño feo.
Esta expresión representa claramente una realidad soterrada de la sociedad en general. Por supuesto que hay mucha gente muy orgullosa de vivir en “el pueblo” como otra que desearía hacerlo, pero la vida le llevó a la ciudad o medio urbano .
Hoy vivimos momentos en los que parece que se mira hacia ese mundo rural como abandonado y necesitado de atención, unos de modo sincero, pero otros del ámbito político con la intención de perseguir la moda que puede permitir algunos votos.
El hecho es que el campo está abandonado y fruto de ello muchas de las desgracias que en este verano se están viviendo con los incendios, por ejemplo. Desde hace mucho tiempo la población se marchó a la ciudad en busca de oportunidades y regresan, a veces, a sus orígenes solo cuando llega su jubilación.
Desde hace tiempo los hospitales, centros educativos, culturales, órganos representativos y de decisión política se situaron en las capitales de provincia o al menos en núcleos de población mayores. Todo ello dio lugar a que los maestros y profesores, como los enfermeros y médicos, o cualquier profesional de “cierto nivel” pasaran por los pueblos solo el tiempo necesario para, lo antes posible, conseguir plaza en las capitales. Así nuestros colegios, institutos, centros de salud y otros se han considerado “de paso”, lo que ha hecho que difícilmente se puedan llevar a cabo proyectos importantes en cada materia a lo largo del tiempo.
Todo ello sigue lastrando nuestro medio rural hasta niveles cada vez más insoportables a pesar de que parece que continuamente se mira hacia él como la solución a tantos problemas que la sociedad moderna arrastra. Ha pasado con la pandemia, y también cada vez que una crisis económica deja sin trabajo a la gente.
Pero la realidad demuestra que hay demasiada palabrería que no contiene nada detrás. Desde las instituciones comunitarias se ha hablado de la Europa de los Pueblos con políticas expresas dirigidas al Desarrollo Rural que creo que son fondos que aprovechan “cuatro listos” y no llegan realmente a cumplir su objetivo. Pero desde el Gobierno Nacional también se les ha llenado la boca de la frase “Solidaridad Interterritorial” para a través del Estado Autonómico ocuparse de los territorios menos poblados y ricos para así todos juntos beneficiarse y avanzar al unísono como nación unida pero heterogénea.
Todo es demasiado bonito y utópico a la vez para unos políticos que en este momento están haciendo justo lo contrario solo con el fin de mantenerse en el poder. Así sigue sufriendo cada vez más “La España Vaciada” o nuestros pueblos en general.
Y todo ello se traduce en las profesiones más duras y difíciles que están precisamente en el campo. Oficios varios como albañiles, fontaneros,…., así como ganaderos y agricultores de un modo muy especial que ya he manifestado en numerosas ocasiones que como autónomos y pequeños que son en el mundo de la empresa, precisan de una formación de las más completas por tener que hacerse casi todo ellos mismos.
Pero además los agricultores y ganaderos son los que mejor conocen el medio rural por haber nacido en él y desarrollar toda su vida en el campo que hoy tanto está sufriendo. Y esto no se les reconoce en absoluto, y eso que en una etapa del largo tiempo que lleva viva la Política Agraria Comunitaria decían los políticos europeos (incluidos los nuestros) que el agricultor tenía que pasar de ser productor a “Guardián del Medio Ambiente”.
Vuelvo a repetir que todo palabrería. Y en los momentos actuales se echan de menos los trabajos que siempre desarrolló el agricultor en el campo para sacar adelante sus cultivos y medio de vida pero que a la vez lo han mantenido como un jardín. En cada lugar según sus circunstancias, pero siempre limpio y cuidado. La limpieza, utilizando incluso del uso controlado del fuego, siempre mantuvo el campo como debe estar.
Yo responsabilizo directamente a los políticos que han tomado tantas decisiones desde los despachos sin conocer siquiera (en muchos casos) el campo de los desastres que nos están arruinando. Con tanto agente forestal, del seprona, etc, que solo conocen la teoría que un “corbatilla” les ha enseñado en los despachos de las capitales, y lo que mejor hacen es denunciar al agricultor que quema unos restos de poda para calentarse en invierno, o maleza de una acequia abandonada para evitar males mayores, cada día más abandonado y con mayor riesgo de incendios o de desarrollo de plagas como la de los conejos en los últimos años.
Es insostenible, indignante, y denunciable lo que el campo está viviendo. Al que vienen a disfrutar los fines de semana y vacaciones e incluso a tele-trabajar (dicen ahora) respirando el aire puro que aún no han contaminado pero que terminarán haciéndolo.
Pero todo ello solo se conseguirá cuando se valore en su justa medida esta profesión (agricultura) que ya Cicerón decía que era “la propia del sabio, la más adecuada al sencillo y la ocupación más digna para todo hombre libre”.
Los jóvenes tienen que ver atractiva esta alternativa para decidir quedarse en el campo, o en el medio rural. Y para ello deben tener un sustento asegurado mediante unos precios justos a sus productos. Como también se les tiene que considerar y remunerar esa condición, que desde las instituciones europeas querían, de “Guardián del Medio Ambiente”. Y se tiene que contar con ellos a la hora de legislar sobre el campo por ser los mejores conocedores de lo que pasa en él.
Hoy están sufriendo un perjuicio incalculable con la plaga de conejos que sufren precisamente fruto de la incompetencia de una administración que parece que decidió hace casi dos décadas (no sabemos si con asesoramiento de técnicos o no) introducir un conejo fruto de un cruce entre el conejo de monte que siempre había en nuestro campo y otro distinto. Fruto de esa acción hoy el ecosistema del campo manchego en particular, aunque en otros ámbitos quizás también, se ha quebrado por completo habiendo una superpoblación de este animal híbrido que por supuesto está desplazando casi absolutamente a otras especies autóctonas como la liebre o la perdiz roja. Con el agravante de que encima se está culpando del peligro de esas especies a los propios agricultores por sus prácticas por ejemplo de aplicación de fitosanitarios que cada vez disminuye más y con productos cada día más inocuos por las cada vez mayores restricciones.
Repito que la acción de unos políticos incompetentes está terminando de hundir el campo que se encamina a probablemente la desaparición. Y sigue escuchándose en los medios a diario que el agricultor es el responsable por ejemplo con el uso de su maquinaria.
A todo esto se suma que en los pueblos pides cita (telefónica para molestar menos) en tu centro de salud para que te renueven las recetas de algunos medicamentos para problemas crónicos y te dan para quince días después y luego ni te llaman o lo hacen en un horario diferente al que te fijaron con tanta antelación.
Es urgente que se haga algo para que los jóvenes que quieran vivir en este medio rural de forma digna lo hagan con la calidad de vida que cualquier ciudadano que elija otro lugar diferente. Porque son tan capaces o más que los de las ciudades aunque solo sea por vivir en un medio menos favorable. Y como muestra solo recuerdo como la banda de música de un pequeño pueblo de La Mancha como el mío, hace tan solo 14 días, “La Asociación Musical Moteña”, ganó el primer premio del Certamen Internacional de Música Ciudad de Valencia en la meca de la música. Muchos de sus miembros, precisamente, agricultores.