Respecto a los incendios forestales, escuchamos estos días como novedoso que en los bosques incendiados no se va a permitir especulación, cambios de uso, recalificaciones, que no serán destinadas a usos eólicos. Incluso que a los culpables se les quiere ver en la cárcel. Sin embargo, la Ley 43/ 2003 básica de montes, ya hace años tipifica que estos no se pueden afectar al cambio de uso forestal al menos 30 años tras un incendio. Por otro lado, el código penal tipifica en el art 352 el delito de incendio forestal, pero con penas ínfimas de 1 año de prisión. El artículo 353 eleva algo el abanico punitivo, con conceptos jurídicos indeterminados que difícilmente el operador jurídico podrá ajustar a unas penas verdaderamente ejemplares. Buena ocasión “en caliente” para que el ejecutivo central eleve las penas mínimas por delito de incendio forestal. Permitan que lo dude. Por ejemplo, el pasado día 3 Asturias estaba asolada por más de 120 incendios que afectaban a unos 70 municipios. Si bien personalmente lo desconozco, hay quienes afirman que más de la mitad de los lugares donde había incendios coincidían con aquellos donde se estaban estudiando la instalación de parques eólicos. El departamento de la Ministra Ribera mediante el RDL 20/2022 ha liberado a determinados proyectos de instalaciones fotovoltaicas y eólicas del sometimiento a la evaluación de impacto ambiental. Un ya proyecto presentado pero no ejecutado previamente al inicio de un incendio también gozaría de esa excepción, además de ciertas infraestructuras públicas. A la vista de ello NO tendría mucho sentido buscar una relación directa entre los siniestros y ese tipo de proyectos, amén de ser criticados por otras tremendas afecciones conocidas que ahora no voy a valorar.
La explicación es mucho más sencilla, el medio rural se encuentra hoy abandonado y sin gestión. Despoblación que afecta mundialmente a todos los continentes y se debe frenar para poder afrontar el actual cambio climático, siendo una de las medidas de ADAPTACIÓN al mismo la eficaz dispersión de la población por todo el territorio con medidas creíbles y disponibles. En contra de lo que dicen, poco se puede hacer para parar el cambio climático, pero mucho debemos planificar sobre la adaptación. Y también adaptación es almacenar más agua para esa población en presas o pantanos, aumentando su número. El agua es prioridad. Sin embargo proyectos ultra-ecologistas como el europeo AMBER, financiado con 6,2 millones de euros destruirán presas existentes que mantenían capas freáticas donde vegetaban diversas zonas forestales en su entorno y mantenían otras aguas abajo. Retenciones de las que usábamos también su agua para curiosamente apagar incendios, o zonas húmedas donde se fija Co2 de forma más eficiente y eficaz que otrs soluciones absurdas que vienen para complicarnos la vida.
Otra de las medidas urgentes, y de incidencia directa contra los incendios, sería procesar la inmensa cantidad de biomasa nunca antes conocida en nuestros bosques. A la Ley básica de Cambio Climático, se le “olvidó” dar cobijo como energía limpia y necesaria a la biomasa, la cual se introdujo vía enmiendas en su tramitación. Los montes españoles crean anualmente 38 millones de m3 de madera de los cuales solo aprovechamos menos de la mitad. El resto ahí se queda año tras año. Curiosa es esa ocurrencia para que no consumamos papel, la cual se suma a otras frases de crítica profana contra las cortas de arbolado sostenible, condenando a las masas a densidades y carga de biomasa de una potencia imposible de afrontar para cualquier operativo de extinción. Jamás en la historia se ha conocido una carga de biomasa así, tanto forestal como rural. Hace un siglo la mayoría de la población consumía madera, cortezas o piñas para sus sistemas de calefacción, agua caliente, elaboración de los alimentos u otros. Incluso para su iluminación. Hoy aquello ha sido sustituido por el botón del fuel, la llave del carísimo gas, o el enchufe del no menos inalcanzable precio de la electricidad. Toda esa energía que ya no consumimos queda acumulada en el bosque año tras año. Cualquier cambio de situación en la humedad ambiental como la ocurrida estos días, sumada al viento, trae la catástrofe que está latente. La biomasa forestal puede producir electricidad. También sustituye a las calderas de fuel o de gas. Son equipos inteligentes, programables y de arranque remoto. Unas se alimentan de pellets y otras de astilla. Sin embargo, la prioridad política no va por este camino. No recuerdo anuncio alguno que fomente estos usos ¿verdad? Tampoco esperamos el impulso a la ganadería extensiva en fuerte regresión; pieza INSUSTITUIBLE para la gestión forestal así como para todo el medio rural. La ganadería extensiva controlaba el matorral; las herbáceas y los resalvos. Los pastizales aprovechados son cortafuegos naturales en el medio y el careo de los entornos de infraestructuras evita los incendios urbanos en aumento progresivo año tras año. Y lo que nos queda por ver.
Llevo años pidiendo que el ganadero extensivo sea oficio necesario en el medio rural y de protección pública. El medio rural despoblado y sin ganadería extensiva genera abundancia de pasto; descontrol del matorral y sobreabundancia de biomasa. Pero por si lo anterior no fuera suficiente, en condiciones de baja humedad en el suelo, y alta densidad, se genera en los sistemas vegetales un brutal descontrol del balance/fijación de Co2. Ello provoca situaciones de emisiones permanentes (como ya han apuntado desde la ONU) incontroladas, pero controlables con políticas de gestión creíbles y eficaces para el medio rural. Emisiones a mi juicio superiores a esas otras que la política actual quiere contener a través de la barbaridad de prohibir el motor de combustión interna u otras medidas similares. Es duro decirlo pero el medio rural, sumando a las brutales emisiones de los incendios forestales y todo lo relatado anteriormente puede ser, y es, responsable de gran cantidad de las emisiones de las que nada se habla, nada se evita y mucho interesadamente se oculta. Sin embargo hay solución: inversión, gestión, desarrollo y repoblación humana.