La Opinión de Cuenca

Magazine semanal de análisis y opinión

La Ilustración y su revolución (I)


“Sois esclavos de la superstición clerical. Ahora no podéis tener otro culto que el de la libertad”.   
Joseph Fouché.

"Aunque en realidad la idea de la igualdad y la libertad humanas y de que todo hombre es hombre, y no puede ser nunca y por ninguna razón más ni menos y, por lo tanto que los indios, como todos los hombres,  son personas con mente racional, está formulada, siglos antes de que estas palabras se conviertan en verborrea política, en una iglesia de los dominicos de la Española, por el padre Antonio de Montesinos". 
José Jiménez Lozano

La madre de las ideologías fue la Ilustración. Su nombre expresa el deseo de ilustrar al pueblo. Si la ignorancia es aliada de la miseria y la opresión, conviene tomarse en serio la educación de los niños y la sociedad en general. “Atrévete a saber”, propone Kant.

El conocimiento es fuente de progreso y de su mano llegará la felicidad. “No tenemos otra cosa que hacer en este mundo que procurarnos sensaciones y sentimientos agradables” escribía Madame de Châtelet, amiga de Voltaire.

A lo largo del siglo XIX, antes de la implantación de las dictaduras comunistas, el Nuevo Régimen irá logrando:

     -Parlamentarismo constitucional.
     -Desaparición de los estamentos.
     -Libertad de pensamiento y expresión.
     -Igualdad ante la ley.
     -Liberalismo económico.

Sin embargo, junto a una libertad dispuesta al heroísmo, los ilustrados también reclaman otra por encima de las normas y deberes  individualista, que permita una conducta caprichosa.

Esta desviación, heredada por Nietzsche, Freud y el feminismo, encuentra su apoteosis en las revueltas estudiantiles de Mayo del 68 y será expresado en sus pintadas: “Prohibido prohibir”, “Mis deseos son la realidad”, “Decreto el estado de felicidad permanente”.

¿Hay alguna analogía con los botellones y las consecuencias violentas que nos toca ver en los informativos cada semana?

Ese optimismo vital y su atractivo aspecto, será alimentado, sobre todo por Rousseau.

Sus antepasados calvinistas afirmaron el dogma del pecado original, él defenderá lo opuesto, la bondad original. Su fe en la naturaleza humana y en la perfectibilidad de la sociedad levantó una ola de simpatía en toda Europa. Hasta que las atrocidades del Terror revolucionario entre 1793 y 1794 borraron la fe en la bondad esencial del ser humano.

El ilustrado Rousseau marcará la Modernidad como ningún otro intelectual. Antepuso el sentimiento a la razón, rasgo muy sobresaliente en nuestros días. El Contrato Social nutrió de ideas a la Revolución francesa y al pensamiento democrático, pero también a regímenes totalitarios. En Eloísa plantea el retorno a la naturaleza y a la vida sencilla, ahora intentando implantarse para llenar los pueblos casi abandonados. En Emilio aporta el buenismo sentimental que configura lo que ingenuamente se llama” Nueva Pedagogía”.

Rousseau sustituye el deber moral por el sentimentalismo, para des-responsabilizar al individuo y culpa de todos sus males al perverso proceso civilizador de la sociedad y así llegamos a nuestros días con una sociedad entregada a la cultura de la queja.

“El único evangelio que se debe leer es el gran libro de la naturaleza, escrito con la mano de Dios y sellado con su sello. La única religión que se debe profesar es la consiste en adorar a Dios y en ser hombre honrado”.
Voltaire

Personaje contradictorio hasta el punto de defender una idea y la contraria, manifiesta su obsesión anticristiana, pero siempre estuvo agradecido a sus maestros jesuitas, y se construyo una capilla para oír misa los domingos con escoltas por la prohibición.

Fue un polemista incansable y muchos ilustrados le reprocharon su violencia, le veían capaz de resucitar la Inquisición contra los que no pensaban como él. Se exilió a Inglaterra, donde coincidió con Montesquieu, que estaba preparando su libro:” El espíritu de las leyes”, un estudio comparado de las principales legislaciones europeas, en el que se propone la separación y equilibrio de los tres poderes fundamentales: ejecutivo, legislativo y judicial para garantizar eficazmente la libertad y los derechos civiles.

Esta teoría fue puesta inmediatamente en práctica por los colonos norteamericanos. Demostraba que los fines democráticos y parlamentarios de la Revolución francesa podían conseguirse sin violencia.

Continuará…..

 

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