Los partidos políticos expresan el pluralismo político, o pluralismo democrático como decía inicialmente el anteproyecto de la Constitución de 1978. La estructura de estos y su funcionamiento deberán ser democráticos. Entes privados de naturaleza asociativa, no son órganos constitucionales pero están considerados, a diferencia del resto de las asociaciones, como de “transcendencia Constitucional”. Los partidos políticos expresan valores superiores del ordenamiento jurídico como es el pluralismo político, concurriendo a la manifestación y formación de la voluntad popular en las instituciones constitucionales a través del mandato representativo. Esta personalidad jurídica de los partidos políticos se dota de una compleja estructura de funcionamiento y organización que desemboca en una serie de facultades y derechos subjetivos de los afiliados que se materializan a través de la configuración legal de la citada Ley, y del desarrollo estatutario de cada uno de ellos.
Una de esas asociaciones de transcendencia Constitucional es el Partido Popular. Su desarrollo estatutario referido, que fue aprobado en el XVIII Congreso Nacional, propugna entre otros valores y principios algunos como el respeto a la DIGNIDAD de la persona; la pluralidad de opciones INDIVIDUALES; el alejamiento y REPULSA a la DIVISIÓN…….en BANDOS; se deplora el DESPRESTIGIO a las INSTITUCIONES de manera ESTERIL Y DAÑINA; y se apuesta por la búsqueda de SOLUCIONES de forma SERIA, RESPONSABLE y a través de PROPUESTAS SOLVENTES. Preámbulo de estatutos que busca el PROTAGONISMO DEL AFILIADO a través de mayores cuotas de participación en las DECISIONES QUE SE TOMEN y su participación en la elección de cargos orgánicos, a lo que desde hace tres años añaden los propios afiliados ser parte sin intermediarios en la segunda vuelta en su caso. Quizás con todo ello no hubiéramos llegado aquí.
Afiliados y simpatizantes que invocamos constantemente estos valores y principios estatutarios de obligado cumplimiento, nos preguntamos por qué hemos pasado en solo horas de criticar con legitimación al PSOE de Sánchez, gran perdedor en las elecciones al parlamento de CCyLL, a montar con ya varias aperturas de telediarios el mayor escándalo de nuestra historia reciente y pasada. De exigir por las bases, frente a las voces que venial del otro lado de Guadarrama, el pacto natural en esta región con el segundo partido más votado de la derecha, a ver como este nos sobrepasa en solo días a nivel nacional en las últimas encuestas.
No voy a entrar en el fondo de la cuestión. Jurídicamente no hay tipificación alguna. Moralmente tampoco si se analiza en el contexto temporal correspondiente, por lo que no hay caso más allá del ruido político opositor. Recordemos que cuando en “abril de ese año morían 700 personas al día”, contagiadas según expertos por vía respiratoria y sufríamos carestía total de mascarillas, la Presidenta de la Comunidad de Madrid fue el primer político que consiguió traer a España un avión repleto de mascarillas no defectuosas; en buen estado y a un precio más que aceptable para proteger esas vías respiratorias.. Todo el país aplaudió la gesta. Ante la salud y la vida no hay nada. Y ello frente a las multimillonarias compras del Gobierno, algunas defectuosas, ya judicializadas, y a delirantes precios según la información de la pasada semana en diario de tirada nacional. Entonces ¿dónde está la inmoralidad?
Hay que cerrar urgentemente la hemorragia que hoy desangra a la organización. Es el momento de los afiliados y el tiempo de las bases: “lo más valioso que tenemos y por ello…merecen el derecho a participar…evaluando el control de la acción política de los dirigentes”. Como decía Don Manuel Fraga, “sin tutelas ni tu tías” y con la misma excepcionalidad de lo inesperadamente ocurrido. Y nada más excepcional y sanatorio que la convocatoria URGENTE del congreso que por naturaleza se debería haber convocado en Madrid región, así como de un CONGRESO EXTRAORDINARIO NACIONAL donde los afiliados manifiesten su opinión conforme a su leal saber, entender, buen hacer y opinar. Que sea el poder soberano del partido quien hable, dirima y decida. Lo contemplan los estatutos y cada día con más fuerza lo demandan las bases. Ante ello ya nada hay que negociar u objetar. No hay mejor medicina para este asunto que la democracia interna y a ella, finalizados los demás recursos, se debe apelar. Por ello lo dicho, dicho está. Por España.
Juan Carlos Álvarez Cabrero es ex parlamentario nacional del Partido Popular