Y la dimensión de las explotaciones agrarias sigue aumentando. Cada día que pasa la superficie de tierra que un agricultor cultiva se incrementa. Si a esto le sumamos que cada vez se ven más terrenos abandonados (sin cultivar), la conclusión es clara, los agricultores van dejando el campo para buscar medios de vida más rentables y fáciles.
Son muchas las dificultades cuando alguien decide continuar con el trabajo de las tierras de sus padres. Y ello hace cundir la desmotivación que termina despoblando nuestro medio rural.
Parece claro que algo se está haciendo mal. Cuando más se escucha hablar a los políticos de despacho de “LA ESPAÑA VACIADA”, es justo cuando el fenómeno que menciono al principio más se está intensificando.
Por mucho que algunos urbanitas quieran criticar el trabajo del campo cuando dicen que hoy los agricultores llevan maquinaria grande, cómoda y moderna, se equivocan. Ellos también hacen uso hoy de medios que en sus diferentes profesiones no se parecen en nada a los de hace años.
Son muchas las dificultades que hoy acosan al campo en su desarrollo. En primer lugar los precios, que en ocasiones en fechas actuales se están cobrando como hace más de veinte años. No hay una estabilidad en la rentabilidad de una explotación cuando se vive pendientes de acontecimientos internacionales que marcan los precios de cada campaña.
Hace años se protegía al sector primario de verdad, como auténtico sector estratégico que es en una sociedad. Y precisamente Europa se creó en parte con este objetivo, asegurar la alimentación de su población tras el difícil periodo de guerra.
Se establecieron “las restituciones a la exportación” que permitían esa estabilidad en los precios. Ello junto al almacenamiento de producto en momentos de abundancia, que harían que en el futuro no faltase género en los mercados y a la vez permitía la regulación de precios en caso de cosechas cortas poniendo producción almacenada en “los silos” que se construyeron por el Estado y que a día de hoy se encuentran completamente abandonados.
En regiones como la nuestra los regadíos siempre han estado a la cola del resto de España. Ahora parece que el agua ha empezado hace unos años a asegurar algunas cosechas, por ejemplo de leñosos como la vid y el olivar que siguen manteniendo a parte de la población en su lugar de origen al ser cultivos muy generadores de mano de obra. Pues en el campo no todo se hace desde el tractor o la cosechadora, pues se tiene que pisar terrones con cuarenta grados y con hielos extremos.
Pero tenemos las dificultades del uso del riego, hay derechos de aguas privadas y también de aguas públicas. Las privadas son un tesoro no disponible nada más que para los que los poseen. Y los de aguas públicas están aún más limitados. Los jóvenes en concreto tienen un escaso acceso al agua de riego pues las concesiones en nuestra zona están cerradas. Y las que estaban disponibles hace unos años tardan una eternidad en resolverse con lo que imagínese cualquiera qué fácil lo tiene un joven que se quiere establecer. La burocracia que nos ahoga es ya uno de los extremos que hacen desaparecer las expectativas de cualquier emprendedor agrícola.
Las dificultades meteorológicas son intrínsecas a la profesión del “labriego”, se estableció un sistema nacional de seguros agrarios a principios de los años ochenta para paliar esta incertidumbre, pero a día de hoy el nivel de aseguramiento sigue siendo muy escaso a pesar de lo subvencionado que dicen los políticos que está. Por algo será.
El apoyo técnico que el sector agrario disfrutó hace años con su red de Agencias de Extensión Agraria ha desaparecido. Ahora los técnicos están recluidos en despachos para tramitar las “malditas subvenciones” y gestionar sanciones cada vez mayores por motivos caprichosos y sin sentido a los que en algún momento desde Europa se les quiso denominar “Guardianes del Medio Ambiente”, los agricultores.
Eso es lo que siempre han sido, los que mejor han cuidado el campo simplemente por ser los mejores conocedores del mismo. Y ahora vienen los “sinvergüenzas” de los “políticos” que gestionan desde el aire acondicionado. Ahora pretenden prohibir completamente el fuego en el campo. Cuando nos cuentan nuestros padres y abuelos que hasta en mitad del rastrojo, donde pasaban los largos días del estío, guisaban para no perder tiempo en plena siega y jamás provocaban un incendio.
El fuego se ha recomendado por los estudiosos de plagas y enfermedades como uno de los mejores remedios naturales. Con un uso completamente lógico y racional como el que solo conoce el profesional del campo. Que me cuenten a mí cómo un agricultor va a provocar un incendio en mitad de La Mancha quemando los sarmientos de una viña en pleno invierno. Otra cosa es aquel que sin conocer el campo viene el fin de semana a hacer una barbacoa en un pinar sin saber nada del medio. Se pusieron muy nerviosos estos politiquillos cuando hubo once muertes de bomberos en aquel famoso incendio de Guadalajara, quizás por la mala gestión que ellos hicieron del incidente y su resolución.
El uso estos restos de poda como biomasa es otro asunto que no es nuevo, siempre fue un recurso para calentarse en los pueblos, y ahora parece que lo han descubierto ellos cuando el gobierno de Castilla La Mancha dejó morir un proyecto sobre el tema en los años ochenta y noventa probablemente por presiones de las petroleras.
Otra sinvergonzonería que vive la sociedad es la barbaridad de normativas que desde los Estados se imponen en materia del uso de fitosanitarios. Muchas normas de calidad que deben cumplirse para poder poner nuestros productos en los mercados. Exigencias que no se establecen cuando se importan productos de otros países con normativas mucho más laxas. Lo que hace que la competitividad de nuestros productores caiga enormemente, y se esté engañando a los consumidores al colocarles en los supermercados productos que ni de lejos cumplen las exigencias a nuestros profesionales.
La escasez de mano de obra es otro de los problemas del campo de hoy. Y la administración en lugar de apoyar, perjudica gestionando Planes de Empleo Públicos que les permiten maquillar las cifras del paro además de restar trabajadores al sector para asegurarse al tiempo un puñado de votos.
En fin, que el asunto no hay por dónde cogerlo. Las cifras demuestran que cada vez aumentará más la despoblación y los que “predican” querer resolver el problema lo siguen aumentando por que siguen apoltronados en los despachos tomando las decisiones equivocadas para la sociedad, aunque las mejores para ellos seguir chupando del falso debate.
Si realmente quieren dar soluciones tienen mucho trabajo que hacer y sería muy útil si se “remangaran” y pisaran la tierra que sigue despoblándose solo porque ellos no hacen lo que deben y por lo que se les paga.