Tiempos de vendimia aquí en La Mancha. En otros tiempos también días de trabajo y esfuerzo, pero a la vez de alegría y satisfacción por la cosecha.
La situación ha evolucionado. Hoy se vive desasosiego y malestar, pero desde luego escasa satisfacción y orgullo de estar en el momento culmen del año cuando se recoge el fruto que tanto ha costado producir.
Este año aquí la primavera respondió en los meses de marzo y abril con lluvias generosas, pero después ni una gota hasta el inicio de este nuevo año hidrológico. Y lo peor de todo ha sido un verano asfixiante que no ha dado un solo respiro de aire fresco. Ya desde mayo hemos sufrido temperaturas que no han bajado de la franja de los 36-42 ºC.
Esta campaña traía muestra, como decimos por aquí, será recordada por su dureza hasta el momento mismo de entregar la uva en la bodega. El grado de azúcar no evoluciona con el paso de los días y es porque la fisiología de la planta no ha sido capaz de elaborar adecuadamente y en su tiempo el néctar de la uva que dará los ricos vinos que salen del trabajo de unos agricultores, cada vez más desmotivados.
Y ésta es una realidad que vive el sector agrario hoy. Empezando por la climatología completamente adversa e imposible de doblegar, y continuando por el poco o nulo apoyo de la administración, peor respuesta de los seguros agrarios, cada vez mayores dificultades con las entidades financieras que siempre habían tratado bien al sector por su capacidad de ahorro y respuesta, materias primas con precios desorbitados, la persecución de la administración en diferentes frentes como el uso del agua, el manejo del suelo incluyendo una interminable lista de prohibiciones en el desarrollo de la actividad (tratamiento de restos vegetales en ocasiones perjudiciales y que provocan incendios, uso de fitosanitarios, trabajos con aperos y maquinaria en determinadas fechas, …), cada día más burocracia con tasas incluidas en las relaciones con la administración, plagas como la de los conejos que arrasan literalmente las cosechas con la inacción de los responsables públicos en aras a una teórica protección del medio ambiente (que cada día lo tienen más deteriorado para complacer a los falsos ecologistas). En fin, vuelta a la cantinela de siempre, lo importante a la hora de la cosecha son los votos, y parece que a día de hoy en esos falsos ecologistas los encuentran con mayor facilidad.
Estoy haciendo una referencia más concreta al sector vitícola manchego y el resto de cultivos de la zona, pero esto es extensivo a toda la agricultura al menos de nuestro país.
Por si fuera poco, es complicado encontrar mano de obra por diferentes motivos. Por las dificultades de esta profesión, los profesionales del campo llevan años dirigiendo a sus hijos a otras actividades económicas más rentables y seguras. La política del voto seguro hace que los pocos trabajadores disponibles prefieran los subsidios de los ayuntamientos y administraciones superiores a irse a trabajar bajo el sol para ganar un salario. Esto mismo provoca que la picaresca aparezca, y ya conocemos muchos casos en los que la gente viene a trabajar siempre y cuando no les des de alta, así la suma del salario y el subsidio a la vez es más ventajoso. Por otro lado la inmigración ilegal que no puede conseguir papeles y se le cuelan a la administración y no les expulsa, aquí tienen que vivir y lógicamente lo hacen en sectores como el agrario, la hostelería u otros poco atractivos para los ciudadanos nacionales.
En definitiva, a quienes tienen la valentía de continuar en el sector, que cuando los políticos quieren quedar bien lo definen como esencial, se les tenía que tratar mejor si en realidad queremos un campo limpio, cuidado, sin riesgo de incendios, que además y como desde que el mundo es mundo siga produciendo alimentos que una población mundial creciente necesita para vivir.
En cambio se ven por estas tierras manchegas, como imagino que por toda España, en estas fechas que debían ser de trabajo pero también de alegría por la cosecha fruto del trabajo de todo un año, a equipos de inspectores de trabajo acompañados de la Guardia Civil y hasta con drones persiguiendo a los recolectores para comprobar si están de alta en la seguridad social. Y que realmente se ven escenas de auténtica persecución como si de delincuentes se tratara.
En primer lugar la mayor parte de los trabajadores están de alta, en segundo en estas tareas participan miembros de la familia para ganarse un duro que necesitarán en sus caros estudios en la ciudad durante todo el año (hijos, primos, amigos, abuelos y hasta el gato participa en estas tareas de recolección).
Y si hay algún trabajador (repito que no se encuentran) sin el alta correspondiente será por todo lo ya mencionado como inmigrantes que la propia administración no les legaliza o expulsa si no son necesarios, o trabajadores que con los subsidios de la compra de votos no quieren el alta.
Y a todo ello sumamos la absoluta falta de rentabilidad del sector agrario ya desde unos cuantos años. Y esto es así pues si no fuese por los jubilados que se mantienen en activo para no ver sus tierras liegas, y los que ahí continúan ampliando su explotación mediante el arrendamiento de fincas o parcelas (aunque como autónomos sigan haciendo jornadas de sol a sol por un jornal bastante limitado pues a veces media de su nómina se la comen los conejos), estaría ya todo abandonado. De hecho ya se van viendo cada vez más tierras sin cultivar.
Ya veremos, cuando desaparezca otra generación y nuestros siempre campos productivos se encuentren yermos, a quien se le comprarán los alimentos de nuestra población al menos. Supongo que no comeremos microchips, y si vienen los alimentos de fuera, a ver de dónde, cómo, y con qué se han producido.
Es una increíble irresponsabilidad la que se está cometiendo con los agricultores y el medio rural en general justo en tiempos en que más palabras huecas se escuchan sobre la España Vaciada. Los mismos que vienen al pueblo y quieren llevarse el pan, el vino, el queso y los ajos porque saben que son los auténticos, son unos falsos porque a sus productores SE LES ESTÁ TRATANDO COMO A PERROS. Y diré aún más, cuanto más pequeño es el agricultor, peor se le está poniendo su supervivencia y lo curioso es que esto procede de gobiernos de izquierdas que presumen de defender al débil. Han demostrado que prefieren como interlocutores a las Grandes Superficies para contener los precios a costa de estos pequeños agricultores, pues está claro que estos magnates de la distribución no van a recortar sus beneficios.