He visto en cierto noticiario que la Unión Europea va a vetar la importación de ciertos productos que provocan la deforestación según ellos, como el café, la soja, o el cacao entre otros. Y es que en sus funciones legislativas tras la reforma del sistema jurídico Europeo implementado por el Tratado de Lisboa, es el Parlamento y el Consejo quienes en determinados procedimientos, y con la mecánica que ya expliqué en este medio hace meses, a quienes corresponde desde 2007 la política legislativa de la Unión. Sin embargo, o por el contrario, no es realmente a mi entender un veto lo que quieren las instituciones europeas. Supongo buscan que determinados productos pasen por el filtro de la cadena de custodia y de la certificación de origen con el sello de procedencia de plantaciones o espacios sostenibles con el medio forestal. Así lo entiendo, y de esa manera se hace con determinadas importaciones de madera de bosques deforestados sin apariencia alguna de sostenibilidad. Otra cosa es que esta medida, así sin más condicionantes, será difícil y de consecuencias inciertas. Hay una cierta deforestación en ciertas zonas del planeta, pero de manera global la superficie forestal mundial ha aumentado más de un 7%, así como su biomasa forestal causante de la voracidad de los incendios forestales conocidos. Y aún con incendios sigue aumentando.
Como “Euro-devoto” o “euro-ortodoxo” que me considero, de entrada observo que aquí alguien no entiende, o no sabe dar la explicación oportuna a los medios de comunicación sobre cuáles son los límites para el fin que se pretende. Luego nos quejaremos de que los euro-escépticos brotan como setas, por la deficiente explicación de la misma. En la propia medida que se toma se deja bastante preocupación y duda en determinados sectores. Más aún, miedo en el consumidor. A los tres productos antes citados, se les une el aceite de palma, la madera, productos de papel impreso y carbón vegetal entre otros.
Y entre esos otros está sorprendentemente la ganadería. Pues bien, han de saber sus señorías parlamentarios europeos, y Ministros miembros del consejo; así como altos funcionarios del COREPER 1 y 2 que han de asesorar a los anteriores, que la ganadería extensiva u originaria es el medio más antiguo y eficaz que ha existido en la tierra en defensa de los montes, en especial contra los incendios. Más aún, pero no excluyente, si esa ganadería pasta hoy en montes con instrumentos de ordenación forestal y con parámetros de sostenibilidad, lo cual no es imprescindible siempre para conseguir el fin anterior. La ganadería extensiva recorta y elimina los finos forestales de pastos que favorecen la ignición de los incendios y dan paso, en escalera ascendente, a las ramas más bajas de la masa forestal. Ramas bajas que, en gran parte de los montes, el ganado también se encarga de ramonear o comer brotes tiernos a baja altura-para mas abundancia. El pastor también ayuda a esa tarea cortando las ramas más altas desde el suelo; elevando la altura y distancia de la biomasa al suelo, y evitando incendios forestales. Supongo que sus señorías buscan prácticas compatibles con la deforestación para instalar grandes pastizales o cosa similar en el caso de la ganadería, pero la medida tiene bemoles. Y es que con estos mimbres poco podemos esperar para la ganadería extensiva ibérica, de la que demandan cada día con más fuerza los gestores forestales. Estas posturas estigmatizan a la ganadería; hoy es aquella y mañana será la poca que aún queda.
Unos días es el metano; ese gas del que sus emisiones decían algunos ser responsable nuestra ganadería, pero hoy se libera a toneladas en cada transporte metanero, alternativa al gas ruso, como ya explicamos aquí hace semanas y eso parece está bien. Otros días son medidas como esta, que poco beneficia al futuro de los bosques si la ganadería no vuelve a ser la alidada del selvicultor. Por lo tanto, el medio rural puede esperar pocas ayudas procedentes de la unión si se piensa del ganado con esta ligereza. Pero siempre habrá a quien le vengan bien estas “piedras contra nuestro tejado”, imagínense que alguien inventara la carne sintética. Por ejemplo…….
Y siguiendo esta línea relatada, a principios de esta semana nos encontramos con la materialización en Europa de la idea del G7 de poner tope al precio del crudo procedente de Rusia. Se propone a 60 dólares máximo el barril para envíos marítimos. Con ello se pretende que Rusia pierda su capacidad armamentística en la invasión de Ucrania al “atacar una de las principales fuentes de ingresos de Putin, que supone el 37% de su presupuesto”. De nuevo he de discrepar con el fondo de la misma. No soy un experto en cuestiones de energía fósil, pero cualquier europeo tiene claro a quién nos enfrentamos (mas madera fogonero) y el negativo momento que vivimos en las fuentes de suministro tanto de energía, como de productos de consumo en los hogares europeos. Ya queda atrás la crítica por construir una política energética errática en el pasado que conducía a la dependencia del gas ruso. Ahora volvemos a las andadas y jugamos con la también dependencia que tenemos de su petróleo, sumada en un momento en el que la OPEP ha dejado claro que no aumentará la producción de barriles/día, aún sabiendo que ello esta lastrando la economía mundial y arruinando a muchas, muchísimas familias. Pero permítanme que dude de la efectividad de esta medida en ese conflicto armado. Si Rusia no vende a la UE, venderá ese petróleo a otros países que lo utilizarán para fabricar bienes y producir materias que luego nos venderán a Europa, en detrimento de nuestro tejido productivo que lo hará con inputs de combustible mucho más caros. Y esto ya está ocurriendo con otras materias primas y se sabe. Ni que decir de lo que puede ocurrir con los precios de las gasolineras; pero claro así con esos precios no consumimos y de paso no emitimos C02, según algunos lumbreras.
En fin, FELIZ NAVIDAD Y MEJOR AÑO NUEVO PARA TODOS NUESTROS LECTORES Y EN ESPECIAL A NUESTRA DIRECTORA. Nos leeremos el próximo año, D.M.