La Opinión de Cuenca

Magazine semanal de análisis y opinión

Mientras derrochamos agua al mar


Que la falta o escasez de agua es un problema para los seres vivos es algo que todos lo sabemos, seamos seres racionales o no. Sin embargo, se preguntarán otros seres vivos diferentes que nosotros, estando de acuerdo todos en que el agua es lo más fundamental para la vida, si en verdad los racionales son ellos y nosotros los estúpidos. Y esto viene a cuento de la progresiva demolición de embalses, presas o azudes que el Gobierno esta dinamitando, como lo venimos denunciando en estas páginas desde los primeros artículos que vieron la luz. Mal está en sequia perjudicando abastecimientos o fijaciones en el subsuelo, pero veremos cuando lleguen aquí mejor nunca que antes esas trombas gigantescas de agua y no tengamos infraestructuras suficientes que las detengan o mitiguen. No se puede desahuciar a un ocupa de la vivienda que es propiedad de un probo ciudadano, pero si podemos desahuciar a miles de especies que  viven en la lámina de agua de esas retenciones; en los biotopos creados en sus márgenes laterales y aguas abajo; o en los bosques que se alimentan de esta riqueza líquida. Se promulgan leyes de protección animal, pero no se utiliza esa raciocina que la naturaleza nos ha dado para evitar la incongruencia que supone este daño a los seres vivos, en especial animales protegidos por esa ley, y plantas, sin perjuicio de muchas comunidades humanas que se están viendo afectadas. Incongruencia o hipocresía, lo cierto es que contamos con una cartera de incompetentes al frente de algunas instituciones como nunca antes se había conocido. Por mucho menos, muchísimo menos, cuantos han sido cesados en el ejercicio incompetente de sus cargos en el pasado.

Ahora surge el problema de Doñana. No es algo nuevo, es un problema que estaba ahí desde hace mucho más de lo que nuestra memoria histórica alcanza a conocer. Recordemos que el espacio comprendido entre Sevilla, Coria del río,  Cádiz, o  Las Cabezas de San Juan hasta el Rocío, fue en tiempos de Tarteso (civilización del sur perdida hace 2500 años) lo que se ha denominado el “Golfo Tartésico”. Una lengua del mar que formaba un golfo de mar territorial y zona contigua en términos de Derecho Internacional actual, que entraba hasta la actual ciudad de Sevilla la cual tenía acceso directo al Atlántico. En consecuencia, el océano se ha retirado y ha dejado inmensas zonas emergentes que hoy ocupan esos lugares, incluso el propio Parque Nacional de Doñana emergió de las aguas. Muchos siglos llevan retirándose estas aguas y ahora parece que la culpa es del agricultor en exclusiva. Lo raro es que la culpa no sea de Franco. Aquí a mi juicio tiene mucha. Me explico. Este parque, como la mayor parte de los Parques Nacionales españoles, se crearon en los años de los gobiernos de Franco por la Dirección General de Montes, Caza y Pesca Fluvial, Decreto 2412/1969, siendo director de la misma en aquel año el insigne ingeniero de montes nacido en las  tierras cercanas de Albacete, D. Francisco Ortuño Medina; luego primer Director General y creador del ICONA.  Pero vamos, con el tiempo todo se andará, o se derogará como dicen algunas eminencias dirigentes actuales. 

No voy a entrar en culpabilidades, a saber lo que nos queda por ver, pero si en soluciones; más productivo que todo el ruido actual sería elaborar un adecuado proyecto del recarga del acuífero de toda la zona que afecta el parque de Doñana con las aguas excedentarias de los ríos de la zona, Guadalquivir, Tinto y otros. Esto se podía hacer en la época adecuada, a juicio de los técnicos competentes de la cuenca hidrográfica, con los excedentes que se derrochan al mar. Tiempo han tenido.  Pero claro, para eso hay que construir presas o azudes y sospecho que eso no va a ser posible con estos actuales responsables de la política nacional. Un ejemplo claro de éxito lo tenemos en las recargas de los acuíferos de la cuenca baja del río Voltoya y la zona denominada “El Carracillo”, ambas en la provincia de Segovia. Un proyecto realizado por la Ministra Loyola de Palacio y que ha supuesto elevar el nivel freático de los pozos de esas dos comarcas desde una profundidad de 40 y 60 metros en algunos casos, a la altura de un metro actual en algunas épocas, con recursos excedentarios de cursos de agua en invierno. Igualmente se han beneficiado las masas forestales de la cuenca pues los crecimientos corrientes de madera y biomasa por hectárea han aumentado considerablemente, así como la desaparición de la procesionaria que asolaba a estos montes desde hacía años y que afectaba a miles de hectáreas. Si el agua es un problema y escasea, los alimentos que se producen con el mismo se encarecerán aún mucho más que los actuales, como así ha vuelto a ocurrir en esta semana donde hemos conocido nuevas subidas del IPC. Pero vamos…… que España FUE BIEN hace no muchos años, nadie hoy lo puede negar. 

 

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