Desde hace ya muchos meses en el momento de hacer la compra venimos viendo cada vez en mayor medida un semáforo de cinco colores y cinco letras en el frontal de la mayoría de los alimentos procesados y envasados. Se trata del conocido como Nutriscore, cuyo funcionamiento vamos a ver a continuación.
Las enfermedades conocidas como no transmisibles, se han convertido en el mayor problema de salud en Europa-obesidad, enfermedades cardiovasculares, diabetes-. Estas junto a algunos tipos de cáncer se encuentran muy relacionadas con el tipo de nutrición que llevamos. La mala alimentación unida a la vida sedentaria son las principales causas de estos graves problemas de salud. Los organismos internacionales y los gobiernos intentan poner medidas para que la población sea cada vez más consciente de lo que come en el marco de unas políticas de salud pública que hagan frente a estos problemas.
Para ello, entre otras medidas, se han diseñado distintos sistemas de información nutricional de los cuales en España se está imponiendo el conocido como Nutriscore. Con él se pretende informar al consumidor de la calidad nutricional global de los alimentos, facilitando con ello una información más clara que permita saber que estamos comprando y sobre todo poder comparar con otras opciones para elegir si así se considera la más saludable. Así mismo, la propia calificación del alimento, debe suponer un incentivo para la industria en la mejora de su composición.
El consumidor encuentra muchas dificultades a la hora de valorar la calidad de un alimento ya que la tabla de composición obligatoria por ley, no es fácil de interpretar si no tienes unos determinados conocimientos. Por ello se busca contar con un sistema que, en una rápida visualización, nos permita conocer que vamos a comprar, traduciendo y simplificando el contenido de estas tablas.
Paso a de una forma resumida, explicar en que se basa la calificación de un determinado alimento, teniendo en cuenta que se establecen dos grandes bloques de componentes: Los que se conoce una relación de riesgo con respecto a la salud, y a los que Nutriscore penaliza negativamente, y los que se conoce una relación positiva respecto a la salud y a los que Nutriscore valora de forma positiva.
Los primeros serían las calorías, ácidos grasos saturados, azúcar y sal. En base a las cantidades que contenga el alimento, se establecería un sistema de puntos que va de 0 a 10 en cada categoría, y que tendría un máximo de 40 puntos.
En el polo contrario, los segundos, frutas, verduras, legumbres, frutos secos con cáscara y aceite de oliva colza y nuez por un lado; Fibras y Proteínas por otro. Todo ello como marcador además de otros micronutrientes como son vitaminas, minerales, calcio y hierro. Se establecería un sistema de puntos que va de 0 a 5 con un máximo de 15 puntos. Estos puntos hay que considerarlos en negativo, es decir se restan a los obtenidos por los elementos menos saludables.
Con este sistema se establecen cuatro umbrales que nos darán de un alimento en cuál de los cinco niveles se encuentra: A, B, C, D, E. La calificación A, alimento con una mayor calidad nutricional y con ello más saludable y con la E, alimento con menor calidad nutricional y por tanto menos saludable. Al uso de letras, le acompaña el uso de colores que va desde el verde en los espectros más saludables a tonos amarillo, naranja y rojo en los de menos calidad.
Veamos el baremo de puntos para obtener una determinada calificación:
Si el resultado obtenido es de -15 a -1, el alimento tendrá la calificación A. En el caso de bebidas, solo el agua tendrá esta calificación.
Si el resultado obtenido es de 0 a 2, el alimento tendrá la calificación B. En el caso de bebidas, la puntuación será menor a 1.
Si el resultado obtenido es de 3 a 10, el alimento tendrá la calificación C. En el caso de bebidas, la puntuación será de 2 a 5.
Si el resultado obtenido es de 11 a 18, el alimento tendrá la calificación D. En el caso de bebidas, la puntuación será de 6 a 9.
Si el resultado obtenido es mayor a 19, el alimento tendrá la calificación E. En el caso de bebidas, la puntuación será mayor a 10.
El sistema además cuenta con una serie de correcciones para tres grupos de alimentos: bebidas, quesos y grasas añadidas debido a la variabilidad que estos presentan. Esta corrección, por ejemplo, afecta al aceite de oliva que anteriormente a la misma, tenía calificación E, lo cual era contradictorio con la verdadera calidad nutricional de este elemento tan propio de nuestra dieta mediterránea. Aun así, y es una de las fallas de este sistema, su calificación es C, a pesar de los beneficios cardiovasculares sobradamente demostrados.
Esto ocurre porque Nutriscore tiene en cuenta la cantidad de elementos, pero no valora la calidad, siendo este un aspecto muy criticado por los expertos. Lo que ya hemos indicado del aceite, perjudicado porque el sistema no discrimina entre grasas animales y vegetales.
Es bueno aclarar que previa a esta calificación, y al margen de Nutriscore, debemos tener en cuenta los conocidos como familias de alimentos, que en términos de salud pública pueden estar recomendados en mayor o menor medida, al margen de la propia composición que tengan. Por ejemplo, determinados alimentos de comida rápida como una pizza, que según la pirámide nutricional no debe ser de consumo habitual, puede contar con una calificación A, variando el mismo producto también entre marcas diferentes. En esta misma línea, podemos decir que la verdadera utilidad de la herramienta es cuando comparamos alimentos de la misma familia. Cereales con cereales, frutos secos con frutos secos o yogures con yogures, por ejemplo, teniendo en cuenta como ya he indocado la ubicación de esta en la pirámide nutricional de la que hablaremos otro día.
La creación del sistema no es nueva, se desarrolla en 2005 por un equipo de investigación de Oxford y es validado por la Food Standards Agency. Durante estos años se ha visto afectada por los grupos de presión lobbies del sector agroalimentario por la influencia que puede tener en el consumidor y perjuicio para la industria alimentaria. De hecho, hay estudios que hablan que el sistema puede influir casi en un 10% en la mejora de nuestros hábitos de compra.
Con una base científica sólida, y el aval de numerosos trabajos científicos apoyados por la OMS, se ha posicionado como el sistema más sólido a la hora de ofrecer información al consumidor, no sin contar como hemos visto, y como otros sistemas con algunas debilidades que ya he indicado y que van siendo resueltas por la amplia comunidad científica que participa en su desarrollo y la mejora del algoritmo a través de que se obtiene la correspondiente calificación.
Como hemos visto al principio, la alimentación es uno de los apoyos necesarios para contar con una buena salud. El tener la posibilidad de una información rápida y comprensible para el consumidor es una herramienta fundamental para que la población pueda aplicar unos hábitos adecuados a la hora de alimentarse.