Fueron las elecciones generales del jueves 28 de octubre de 1982 las primeras en que pude ejercer el derecho activo al voto. En aquellos comicios se presentaba a la reelección la Unión de Centro Democrático, partido que había liderado la transición, así como el impulso a los trabajos constitucionales de la mano de Adolfo Suarez. En aquel momento el Presidente del Gobierno era D. Leopoldo Calvo Sotelo, por dimisión del anterior, que lo ejercía desde febrero de 1981. Pero un año antes de estas elecciones, el 30 de octubre de 1981, el Congreso votaría el acuerdo del gabinete presidido por Calvo-Sotelo de elevar a las Cortes para votación la propuesta de suscribir la adhesión de España a la Organización Internacional del Tratado del Atlántico Norte. Fueron la UCD, nacionalistas, CD y otros quienes con sus 186 votos favorables dieron luz verde a esta propuesta. El PSOE, PCE y otros partidos de la izquierda votaron en bloque contra ella, amenazando con manifestaciones ciudadanas que días después se celebraron. Por cierto, en el debate se rechazaron las propuestas para que la adhesión garantizara la devolución de Gibraltar, así como la defensa explícita de Ceuta y Melilla. Semanas después se ratificaría la adhesión en el Senado de acuerdo con el mandato constitucional.
Es imposible olvidar la ”matraca” que nos dieron con el “OTAN no, bases fuera” por parte de la oposición, hoy gobierno. En vista de todo esto, me pregunto por qué algo tan importante y mediático como fue el conflicto de la entrada de España en la OTAN puede suponer que en determinados medios informativos, ante la celebración del 40 aniversario de permanencia de España en esta Organización Internacional, se dijera que “fue Felipe González quien había conseguido que España entrara en la OTAN”. Sorprende también que en los actos centrales de este aniversario no se hubiera contado, en representación de aquel gabinete, con algunos de los Ministros, o Ministra, que por derecho les hubiera correspondido estar en el lugar adecuado del acto central. El mundo al revés.
Y tanto. El acuerdo de esta semana por parte del Consejo Europeo de provocar el embargo parcial a las exportaciones de petróleo a esta Organización Internacional se toma a la vez, y en el preciso instante, en que Rusia cortaba el suministro de gas a Dinamarca y Países Bajos. Si Rusia va a ser tan dañada al dejar de vender su petróleo, parcialmente, no encaja mucho que el país que lo es invasor de Ucrania renuncie unilateralmente a tan buenos clientes de gas como son los afectados. No es mucho mejor el momento en el que se ha tomado tal decisión. Los precios de los derivados del petróleo marcan cifras históricas nunca vistas en la historia de la humanidad, y probablemente esta decisión ayude a que la línea ascendente llegue a cifras inasumibles. Estamos enviando a otros proveedores unos mensajes fabulosos si lo que pretendemos es pagar más caro estos productos. Si no es a los europeos, la Federación venderá su producto a otros y el resultado será una Europa más pobre y alejada del estado el bienestar del cual ya va de camino. El Presidente ucraniano ha dado diversas pautas para que la ayuda exterior fuera mucho más eficaz en la defensa contra tan feroz enemigo. No es precisamente esta medida una de las favoritas de Zelenski, por lo que más desorientador resulta nuestro análisis de la situación actual.
Por otro lado, si los líderes europeos buscan una menor dependencia de las ventas rusas, lo dado y lógico sería poner en marcha todos los recursos energéticos a su alcance para penetrar en el mercado con otras alternativas que fuercen la bajada en el precio a todo tipo de energías. Pues en España no es así y me remito al artículo que escribí en este medio hace dos semanas sobre la radicalidad gubernamental contra otras energías que pudieran mitigar estos duros momentos. Por si fuera poco y ante la carestía de grano, procedente del país objetivo del líder comunista que impide la salida del mismo al mar, forjábamos hace unas semanas una esperanza hoy vana de que nuestro grano, aunque fuera caro, podía ser abundante en esta campaña. Pero todo se quedó en un sueño. Las altas temperaturas de hace dos semanas y siguientes han agostado muchas cosechas antes de lo esperado, con una pérdida en la producción y peso muy relevante. Vamos directos al precipicio; hace meses que lo llevamos diciendo, quizás años, posiblemente lo de ahora sea pisar el acelerador para llegar antes. Que Dios nos proteja y guarde porque falta nos hace.