Hace unos días paseaba con un conocido por el entorno de la Puerta de Alcalá en Madrid, cuando me hizo saber que risa le producía a él y a los responsables de su empresa cuando trabajadores de la misma, circulaban este tipo de infografías que inundan las redes con consejos para tener a tu equipo de trabajo más motivado y contento. Luego me contó la situación complicada en la que se encuentra su empresa y comprendí muchas cosas.
El pasado 10 de octubre fue el día de la salud mental, cuestión que ya abordamos hace quince días. Como continuación, esta semana me quiero centrar en un aspecto concreto de la misma: la salud mental laboral.
La salud laboral va mucho más allá de la reducción y eliminación de los factores de riesgo físicos dentro del centro de trabajo. De hecho, el trabajo es uno de los determinantes sociales de acceso a la salud. En concreto en el grupo de determinantes intermedios, con un peso importante en la salud mental de las personas.
Hay entornos laborales que favorecen un buen estado mental y otros por el contrario, en los que predominan una serie de circunstancias que ponen a las personas en situaciones que pueden suponer un grave perjuicio para su bienestar.
Hablemos de los primeros. Además de ser un derecho, facilitan espacios en los que hay menor cantidad de tensiones y conflictos, mejorando además la identificación del trabajador con la marca, el rendimiento y la productividad.
Un trabajador en un ámbito laboral adecuado, es un trabajador feliz. Se calcula que ello supone una mejora en su productividad de un 32% según distintos portales de internet sobre recursos humanos. Esto se logra generando entornos con la mayoría de las siguientes características:
- Flexibilidad horaria y facilidad para la conciliación familiar.
- Remuneración acorde al trabajo realizado.
- Facilitar el aprendizaje continuo.
- Compañerismo y buen ambiente laboral.
- Reconocimiento del trabajo en los distintos niveles de la empresa. Los trabajadores quieren directivos en quien poder confiar, que desempeñen un liderazgo inspirador. También necesitan que se produzca un proceso de colaboración bidireccional y que se tengan en cuenta sus opiniones. De la misma manera, los directivos quieren un equipo de trabajo de confianza.
- Identificación con los valores de la empresa.
- Hacer aquello que gusta, aprovechando al máximo las competencias de cada uno percibiendo un impacto positivo en aquello que se hace.
Por el contrario, tenemos los entornos negativos que suponen un riesgo para la salud mental. Estos entornos negativos, se caracterizan según la OMS por:
- Insuficiencia de capacidades para el empleo asignado.
- Cargas o ritmo de trabajo excesivos.
- Horarios excesivamente prolongados, inflexibles o incompatibles con la vida social y familiar.
- Condiciones físicas de trabajo inseguras o deficientes.
- Cultura institucional que permite los comportamientos negativos. Fundamental apoyarse en un buen plan de compliance para evitar este aspecto.
- Apoyo limitado por parte del entorno o supervisión autoritaria del desempeño.
- violencia, acoso u hostigamiento.
- Discriminación y exclusión, por distintos tipos, especialmente por raza, sexo o formación.
- Funciones laborales poco definidas.
- Promoción insuficiente o excesiva.
- Inseguridad laboral, remuneración inadecuada o escasa inversión en el desarrollo profesional.
- Difícil conciliación de la vida familiar y laboral.
Aunque los riesgos para la salud mental pueden encontrarse en todos los sectores de trabajo, algunos trabajadores tienen más probabilidades de estar expuestos a esos riesgos que otros, por la actividad que desempeñan y el entorno en el que se desarrolla la misma. Todos hemos seguido estos dos últimos años las circunstancias en las que han trabajado los trabajadores de la salud. También los que desarrollan su actividad en emergencias, orden público o ayuda humanitaria, están expuestos a eventos que pueden afectar de forma negativa a su estado mental.
Vivimos tiempos de muchos cambios. En el terreno laboral, afortunadamente hemos avanzado mucho en cuanto a modelos de gestión que ponen en el centro al trabajador, y en cuanto a derechos favoreciendo un ámbito laboral que genere una buena sensación física y mental a la persona.
Termino con la infografía de la discordia. Esa sobre la que empezaba la conversación con el conocido que comentaba al principio y que ha dado lugar a este artículo. En él, se describían distintos beneficios de un empleado feliz. Por ejemplo, favorece la fidelización de clientes aumentando la satisfacción de los mismos. Disminuye la rotación y con ello la pérdida de capital humano de la empresa, mejora el ambiente laboral y obtiene unos resultados de calidad, entre otros muchos frutos.
Sin duda generar un ambiente en el que una persona disfrute con su trabajo, es la mejor prevención a la hora de sufrir cualquier trastorno mental de origen laboral y una de las mejores inversiones que una empresa puede hacer.